El arte de tejer relaciones comerciales: más allá del intercambio
Este tejido requiere tiempo, escucha, coherencia y confianza, ingredientes que escasean cuando la lógica del beneficio rápido prima sobre la del cuidado mutuo.
Del contrato al pacto
Las relaciones comerciales pueden ser más que acuerdos legales: pueden convertirse en pactos regenerativos.
Un contrato puede decir qué se entrega y cuánto se paga. Un pacto, en cambio, incluye para qué se hace, cómo se cuida a las personas implicadas y qué impacto tiene en el entorno.
Cuando dos organizaciones o personas se vinculan desde este lugar, reconocen que están tejiendo entre sí, pero también con los territorios, las comunidades y los ecosistemas que sostienen ese intercambio.
Ahí, la ética se convierte en praxis, y el comercio en una forma de cooperación.
Tejer implica asumir ritmos, nudos y bordes
Como en cualquier tejido, las relaciones comerciales auténticas tienen sus tiempos. No todo se resuelve rápido. A veces hay que detenerse, deshacer un nudo, fortalecer una costura débil. Tejer relaciones también implica reconocer límites, bordes, diferencias, y hacer de ellos una fuente de creatividad y no de ruptura.
¿Qué tipo de tejido estás construyendo?
Esta es una pregunta que toda organización o emprendimiento debería hacerse. ¿Tu forma de comerciar fortalece redes o las rompe? ¿Contribuye a la concentración de poder o a su redistribución? ¿Reconoce la dignidad de quien produce, transporta, vende o compra? ¿O reduce todo a un "cliente" y un "producto"?
Por eso queremos proponer esta reflexión sobre cómo el tejido puede ser una herramienta de transformación. No se trata de vender más, sino de vender mejor. No es sólo ganar dinero, sino generar riqueza común. No es tener clientes, sino construir comunidad.
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