Los ciclos de la vida y el poder de celebrar lo que somos

Por Lilliana Sierra, CEO de MAGNA

Hoy mi corazón está especialmente lleno. Mi hijo, Manuel Alejandro, se gradúa de Elementary. Y aunque pudiera parecer un hito más en el camino, para mí representa uno de esos momentos en los que el tiempo se detiene —y la vida nos susurra al oído que vamos bien.

Manuel es un niño con una energía que desborda, con una fuerza creativa y una determinación que me reta y me inspira todos los días. Tiene autonomía, tiene preguntas, tiene sueños. Tiene el ímpetu de quien no teme ser él mismo, incluso cuando el mundo muchas veces quiere que encajemos. 

Mientras lo veía con su toga, pensaba en cuánto creemos en MAGNA en esto mismo: en honrar los ciclos, en acompañar los procesos con presencia amorosa, en validar quiénes somos mientras avanzamos. 

En MAGNA celebramos “los mangos bajitos”, esos pequeños logros cotidianos que a veces el mundo pasa por alto, pero que para nosotras son fundamentales. Los ritualizamos, los abrazamos, les damos un lugar. Porque sabemos que el camino no se construye de grandes saltos, sino de pasos firmes, de mañanas persistentes y de la confianza de saber que todo cuenta.

Eso es lo que cultivamos como organización y como comunidad: espacios seguros para explorar, crecer, equivocarnos, insistir y volvernos a levantar, una y otra vez.

En MAGNA hablamos de propósito, de liderazgo consciente, de ser parte activa de las transformaciones que necesita el mundo. Pero eso no empieza en las grandes decisiones. Empieza en la forma como miramos a nuestras hijas e hijos. En cómo les enseñamos que pueden ser libres, que pueden sentir, que pueden cambiar de opinión, que pueden soñar en voz alta.

Hoy no escribo como CEO, sino como mamá. Pero sé que ambas identidades se encuentran. Porque lo que hago en MAGNA tiene sentido cuando lo veo reflejado en la vida de Manuel y en la de tantas personas que, como él, están formando su propio camino.

A todas las madres, padres, mentores, maestras, abuelas, tíos y acompañantes que sostienen con amor estos procesos: gracias. Y a ti, Manuel Alejandro, gracias por recordarme cada día lo importante que es acompañar con ternura, con confianza y con fe en la vida.

Celebrar este ciclo es también celebrar que estamos vivos. Que seguimos aprendiendo. Que seguimos apostando por lo que realmente importa.


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